Me gusta la gente sincera


En estos (¿tristes?) tiempos en los que impera lo políticamente correcto (*) y la hipocresía social en su grado más extremo, reconforta encontrarse a gente que, a riesgo de ir contracorriente y ser mal vista y peor considerada, expone sus verdades a pecho descubierto.

Nos enfangamos hasta las rodillas con el miedo al qué dirán, nos preocupamos por nuestra imagen pública (a veces más, incluso, que por lo que somos en realidad), nos aterra salirnos de la norma y convertirnos en ovejas negras. Solemos salir de casa cubiertos con una coraza y una máscara, como caballeros medievales en pos de la justa diaria, prestos a romper todas las lanzas que sean menester para regresar de una pieza a nuestro dulce hogar (o búnker).

¿No os cansa todo este paripé? A mí sí. Por eso intento quitar todas las capas que puedo a la coraza y llevar una máscara translúcida. No intento engañar a los demás (¿para qué?), sino protegerme de la mala baba diaria. Admito que me sigue refrenando el pudor y la timidez. Es más difícil luchar contra uno mismo que contra los demás.

La ortografía del cartel es lo de menos. No nos perdamos en detalles nimios. Lo que cuenta es la intención, ese mensaje descarnado, sin medias tintas. ¡Con dos narices! Reconozcamos también la posibilidad de que ese señor ya esté de vuelta de todo (por su edad, su situación...). Sin embargo, ello no resta mérito a ese acto de insumisión social.

Cada uno tiene los vicios que quiere y, sobre todo, que puede. Denle algo, se lo merece. La sinceridad es un valor (otro más) en peligro de extinción.

(*) Hete aquí un texto humorístico que ilustra exageradamente lo que quiero decir, aunque me entendáis de sobras.

(Banda sonora: Human - The Human League)

17 opinantes:

Cristina dijo...

Por una vez, voy a ser yo la quejica y decir "no leo lo que pone la foto"...:p

Anónimo dijo...

Joé, es verdad, apenas se ve.

Bien, el cartel dice que pide limosna para comprar bebida (no para mantener a sus 24 hijos, pagar el alquiler, o comer). No engaña a nadie.

Cristina dijo...

Ah. Sincera innovación. Siempre dicen que el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo, así que quizá es que el hombre está en terapia :p

Anónimo dijo...

Ejem, ejem, yo no tengo la culpa de la deficiente calidad de la foto. Soy el humilde mensajero.

Voy a emplear la "terapia del político": todo ta'bien, yo no m'equivocao, soi laosstia... ;-)

Anónimo dijo...

Como era aquello de solo los borrachos y los niños dicen las verdades...

Anónimo dijo...

In vino veritas...

Lo de los niños llega a ponerte incluso en un brete, os lo aseguro ;-) Qué bonita es su inocencia.

Replicant dijo...

"Por una vez, voy a ser yo la quejica y decir "no leo lo que pone la foto"...:p

Milady, por una vez no, conmigo ya te me has quejado més d'un cop!.

Sí, el tio és sincer, sí, però ja sabeu que a vegades també és bo correr un "estúpido velo" y no dir tota la veritat...més que res pels efectes col.laterals que hi pugui haver...

Replicant dijo...

De todos maneras, a mi también me gusta la gente sincera, abajo los traidores fementidos! (generalmente masculinos...)

Anónimo dijo...

Posh, es un interesante, y delicado, dilema el que planteas: ¿decir siempre la verdad? Uf... No por engañar, no, sino por evitar esos efectos colaterales a veces, muchas, más vale callar (siempre preferiré callar a mentir). Y es que la "verdad" puede convertirse en un bumerang que nos golpea en el cogote.

Je, la traición no es exclusiva masculina, pero bueno ;-)

Cristina dijo...

Milady, por una vez no, conmigo ya te me has quejado més d'un cop!.

Fiu fiu...que me han pillado...bueno, lo reconozco, me encanta quejarme...:DDD

Anónimo dijo...

me encanta quejarme
¡Ejem, ejem! Y luego dice de los pobres usuarios ;-)

Cristina dijo...

Los usuarios no se quejan, sencillamente son insoportables, cual dolor de muelas...si se quieren quejar, ahí tienen el buzón de sugerencias, pero que no den la tabarra..

Anónimo dijo...

ahí tienen el buzón de sugerencias
Un gran invento, cierto. Por cierto, ¿dónde acaban las sugerencias?

Juanma dijo...

La mejor me pasó una vez en el metro de Madrid.

Entra un pavo con una sonrisa de oreja a oreja y nos pide dinero «para un chalecito en Marbella» y, por favor, que nos abstuviéramos de darle menos de quinientas pelas cada uno, porque si no no se iba a poder comprar el chalet. Puso tantas ganas y le echó tantísimo morro que la gente empezó a darle dinero a espuertas, yo incluido. Cinco duros, pero mira, uno es pobre.

Luego había otro, en la misma línea 4, que siempre venía con la misma cantinela: llevaba cuarenta y cuatro días en el paro y pedía para pan y tal. Pero es que iba todos los días a la misma hora en la misma línea, con los mismos pasajeros, y siempre llevaba cuarenta y cuatro días en el paro. Pocas luces, dios mío.

Anónimo dijo...

Entra un pavo con una sonrisa de oreja a oreja y nos pide dinero «para un chalecito en Marbella»
Leñe, ¿seguro que no era el Roca? Pero qué buena y cándida es la gente, madre del amor hermoso ;-)

siempre llevaba cuarenta y cuatro días en el paro. Pocas luces, dios mío.
Más triste es de robar XDDD

Cristina dijo...

¿dónde acaban las sugerencias?

Donde empieza mi tranquilidad laboral..:p

Anónimo dijo...

Tú sí que sabes, pillina...