¿Realmente es necesario otro blog?

La respuesta es evidente. NO. Pero uno también tiene derecho a desahogarse, a opinar sin tener que soportar miradas de reproche, a pontificar gratuitamente. Leñe, claro que no es necesario, pero ¿por qué no molestar un poquito? Total, ¿quién se va a dar cuenta de que existo?

En cualquier caso, la culpa de este engendro la tiene mi amigo Juanma Santiago (visiten su blog, plís). El muy inconsciente me ha animado sin pararse a pensar en las consecuencias. Si alguien considera necesario demandarme dirijan a ese buen hombre sus quejas y olvidaos de pedirme indemnizaciones millonarias como ese juez yanqui que reclama millones de euros a la tintorería de un coreano que le extravió un pantalón (¿sería de oro y diamantes?).

Abrochense los cinturones. ¡Vienen curvas!

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