¡Abajo la mitomanía!


Nunca he entendido del todo la mitomanía como mitificación de alguien, real o de ficción. Posiblemente porque nunca la he padecido. Jamás he colocado a nadie en un altar (salvo en primeras fases de enamoramiento, pero esa es otra película), ni en referente ni modelo para mi vida. Ese tipo de ídolos supone tanto como mirarse en un espejo deformado, con una imagen imposible e inalcanzable y, lo que puede ser peor, que una vez imitada o alcanzada tampoco suponga la solución que buscábamos para nuestras carencias vitales.

Vamos, que ni músicos, actores/actrices, deportistas; a mí no me deslumbran (ejem, salvo en lo relativo a su cuenta corriente). He admirado las facultades de algunos, pero de ahí a idolatrarlos, tirarme una noche haciendo cola para comprar una entrada, cascarme 1.000 km. para ir a verlos, o cualquier otro sacrificio que implicara ir a adorarlos, pues como que no.

No es que yo sea la persona más segura del mundo, pero siempre he sido de la opinión que para equivocarme o hacer el ridículo me basto y me sobro, no necesito babear por nadie. Sobre todo, cuando la mayoría de esos ídolos (con pies de barro) en muchos casos fueron unos pringaos como lo soy yo. Una combinación de talento, suerte y esfuerzo les ha permitido triunfar. Para distinguirse de los que seguimos siendo tan pringaos como siempre, tratan de ser más que el común de los mortales para creerse mejores que nosotros, especiales, y empiezan a agilipollarse. Despilfarran dinero a manos llenas, tienen una lista interminable de absurdas exigencias, son groseros incluso con quienes les han encumbrado. ¿Cómo voy a admirar ciegamente a gentuza de esta calaña? ¿Cómo voy a seguir a pies juntillas su filosofía de vida? ¿Gente que predica blanco y luego hace negro? Me gustará su música, seguiré sus trabajos, aullaré con sus goles, y punto. No me voy a bajar los pantalones ante ellos ni a tomar sus palabras como un dogma de fe.

Ojo, me refería a las megaestrellas, una minoría. Luego son legión los famosillos, famosetes y estrellitas de variado pelaje. Estos son los más patéticos, porque se creen que son lo más cuando están a años luz de tal distinción. Aun así, padecen tics de grandeza y se lo tienen creído, lo que les hace todavía más ridículos. Ya me han explicado varios casos de actorcill@s de culebrón de TV3 que van por esos mundos de dios creyéndose lo más, y exigiendo que se les trate en consecuencia, cuando a la mayoría de la gente les importaba un pepino lo que hacían o dejaban de hacer.

No soñemos con las vidas de otros. Luchemos por hacer realidad nuestros sueños, vivamos nuestra vida a tope.

(Banda sonora: Don't You Wanna Be Relevant? - The Cribs)

5 opinantes:

Anónimo dijo...

El mito soy yo... :D

Es la obra no la persona... Pero a veces el qeu hace la obra es una persona con la que vale la pena tomarse una cerveza, a veces...

Anónimo dijo...

Colas de horas y horas... la verdad solo he hecho una en la vida y si me dicen el rato que me estaria cuando me puse, me hubiese ido... pero cuando ya llevas unas horas, te quedas simplemente para que esas horas no hayan sido en vano... y no, no lo fueron

Anna dijo...

Jamás he colocado a nadie en un altar

Va, home, va... Que no has tingut 16, 17, 18 anys tu o què? Segur que a algú has "idolatrat" ni que sigui una mica... Per després decepcionar-te quan obren la boca

(jo podria fer una bona llista...)

Anónimo dijo...

Manu que se nos ve la edad!
Toos juntos..
No more heroes anymore!

Anónimo dijo...

Lo que pesan son los kilos, no los años!!!