Game over

Hace poco tuve que visitar el Tanatorio de Les Corts. No era familiar directo. El escenario, ni pintado: nuboso, los estorninos ocupando las copas de los cipreses, varias gaviotas planeando morosamente y, al final, una copiosa lluvia (y yo sin paraguas, pensé).

No me da miedo la muerte. No pienso en el tema. Lo que realmente me asusta es la pérdida de las personas que quiero. Así que tampoco pienso en ese asunto. Tengo la sensación que ni navidades, fiestas, o bodorrios reunen a tanta familia como un entierro. Por cariño, amistad o compromiso se acercan personas que de otra manera son imposibles de ver. De hecho, las frases más oídas eran "cuánto tiempo.." y "has visto a...". La cháchara, las risas, el jaleo en estos actos me molestan. Sí, tal vez no sea natural mostrar una seriedad afectada, o un dolor no sentido, pero yo voy a dar mis condolencias a un allegado del finado, no a recuperar el tiempo perdido en mis relaciones públicas. Por tanto, desde el respeto extremo al dolor de los que de verdad echan de menos al muerto, la jarana que se monta en los tanatorios me parece fuera de lugar.

Soy persona de principios. No me van los paripés. Igual que he declinado asistir a comidas "de hermandad" del trabajo, aperitivos "oficiales" del curro, con gente que me importaba un pepino porque no soy políticamente correcto y me la trae bastante floja lo que piensen o digan de mí, considero irrespetuoso esa especie de circo que se monta durante las esperas. Para mí, en ese momento, los dolientes se merecen todo el respeto del mundo. Yo lo expreso mediante el silencio.

Siempre se van los mejores. La vida sigue. ¿Tópicos? Aquel hombre debió ser alguien realmente apreciado. En la sala del responso laico debían haber cerca de 300 personas. Amigos, hermanos e hijos usaron la poesía -comúnmente olvidada- para expresar sus sentimientos.

La partida se ha terminado. La estática invade la pantalla. Pero en nuestro disco duro siempre quedará un espacio para recordar a los que nos dejaron.

(Banda sonora: Hey Ma - James)

5 opinantes:

Jaume dijo...

NO te haces a la idea, lo muy de acuerdo contigo que estoy, gran parte de lo que dices podría haberlo escrito yo (si no fuera porque soy muy malo escribiendo).

A mi me pasa lo mismo, y mi esposa puede dar fe de ello, no se ponerme una máscara y disimular, y juntarme con alguien que no soporto. Y me irrita más bien, cuando vas a un tanatorio, y la gente esta de chachara, actualizandose las vidas mientras un puñado de personas, pocas veces són más, lloran desconsoladas la perdida de alguien querido.

A mi tampoco me importa nada lo que digan piensen, en mi trabajo, o con gente con la que tengo solo la obligación de comunicarme (pero para nada compartir mi vida), ellos no me importan lo más mínimo, es la gente a la que yo aprecio la que me preocupa.

Así que amigo, hermano compañero de bytes, un abrazo, y mucha salud!

Desde Reus!

Anna dijo...

Fa temps tenia una idea similar a la vostra. Però l’experiència m’ha fet canviar d’opinió. Cadascú afronta el dolor i la pèrdua a la seva manera. I un enterro no deixa de ser un acte social necessari, sobretot per algunes persones. Així ho vaig veure a l’enterro del meu pare. A mi em costava molt. I, de fet, no tenia ganes de compartir aquell moment dolorós amb ningú, apart de la meva família directa. Se’m feia molt gros. Però vaig veure que la gent necessita acomiadar-se i tenir la sensació que fa alguna cosa, encara que sigui fent petar la xerrada amb gent que tb ha conegut a aquella persona.. I la gent necessita expressar d’alguna manera el seu condol. No es tracta d’exhibicionisme (“ei, que jo he vingut. Apunta’m a la llista”). La gent necessita pensar que ha fet alguna cosa. Necessita un acte, un gest físic per acomiadar-se. I les mostres d’afecte al final s’agraeixen. Per la meva mare va ser molt reconfortant veure que venia tanta gent. No deixa de ser una manera de veure que aquella persona era apreciada.
Al cap i a la fi, un enterro ve a ser una festa de comiat, pel finat i per la seva família. I cadascú treu el dolor a la seva manera. Ni el que plora més és el més afectat, ni el que sembla que ho porta millor n’està menys. Són maneres diferents de canalitzar les emocions. I és important que cadascú sàpiga quina és la seva i actuar amb conseqüència.

Señor Insustancial dijo...

A mi la muerte me d una flojera infinita. No puedo evitar pensar en dos anécdotas que ocurrieron cuando falleció mi madre hace tres años.

1. Estábamos en el Hospital de la Paz de Madrid y yo estaba, como dicé Mercé Rododera en La Plaza del Diamante, sobre eso de notar que el alma se te hace de corcho. Pese a que soy un tío bastante familiar decidí pasar ese primer trago completamente solo y aislado del resto de la gente. Me senté en unas escaleras a fumar y a mirarme los zapatos. En esas estaba, inconsolable y mandando a todo el que se acercaba a menos de veinte metros a la mierda cuando apareció mi primo Edu que es como un oso ruso. Se sentó a mi lado y me agarró del cuello para decirme con su perfecto acento madrileño:
"Joder, no te lo vas a creer, pero cuando me he enterado de lo de tu madre estaba friendo boquerones en el bar y me he acordado del día que tu madre nos hinchó a comer boquerones...y me ha dado por llorar, me ha dado por reír y al final se me ha caído el móvil a la freidora, macho...". En mi familia somos así...

2. Una amiga de mi hermana desde que son pequeñas se me acercó el día del entierro, se abrazó, me miró y dijo llorando: "¡Me alegro, mucho, de verdad, no sabes lo que me alegro!" y luego "no, no, que es que siempre la cago con estas cosas...ya sabes, que me alegro por tí, bueno ni por tí ni por tu madre, la pobre...". Y luego volvió a llorar.

Y es que estas cosas te dejan muñeco y nadie sabe, en realidad, como hay que reaccionar ni cual es la mejor forma por lo que, al final, todo el mundo la acaba cagando.

Un saludo

Marta dijo...

Si, aquestes coses van com van i cadascú se les pren com bonament pot. A l'enterro d'un oncle meu, al cementiri, just van acabar de tapar el ninxo que la meva àvia va i deixa anar "aquí ja no hi faig res, ja està, vaig a veure si trobo el piset que tinc encarregat aquí aprop... vens que te l'ensenyo?"

Anónimo dijo...

El dolor y la pérdida, esos sentimientos, son personales e intransferibles.

Qué comentarios más co-jo-nu-dos habéis escrito. Son mil veces mejores que mi post.