¿Boicotear los Juegos? Otro paripé. La ONU que se lo piensa (ya no, se han bajado los pantalones). Unos cuantos dignatarios amagan con no asistir a la ceremonia de inauguración si China no se sienta a hablar con el Dalai Lama. ¿Y qué? Un golpe al orgullo nacional chino... hasta que insinúen castigos comerciales y, bueno, tampoco hay para tanto, sentémonos a charlar, córtate hasta después de los Juegos para disimular y todos tan amigos. Total, ya hace más de medio siglo que ocupáis el Tíbet. Nadie discute vuestros derechos de conquista.
Seamos puros como la nieve. Separemos del deporte de la política. En el COI estamos por encima de nimiedades terrenales. Ya, Juegos Olímpicos de 1936, en la Alemania nazi. Exclusión de Sudáfrica durante el appartheid. Banderas e himnos nacionales en el podio. Separación, sí, y tanto. Miremos a otro lado, nosotros no nos inmiscuimos en política. Más alto, más fuerte, más lejos... y, sobre todo, más negocio. ¿En qué pensaban cuando concedieron los Juegos a una dictadura como China? ¿En la democracia, en la libertad...? Por eso el COI quiere recortar la libertad de expresión de los atletas en Pekín. Tanto olimpismo, tanto fair play, y se pasan los derechos humanos por el forro de las termópilas.
Lo que raya el patetismo es el recorrido de la antorcha olímpica (nuevo récord, varias veces apagada, otra "herejía"). Un portador rodeado de centenares de polícias corriendo, en patines, en bici, en moto. Y la guinda, la guardia pretoriana china. Esos macizos de azul, paramilitares de élite, rambos orientales enviados por su gobierno para proteger la antorcha. Si así las gastan fuera de su país, ¿qué barrabasadas cometerán donde no hay cámaras? ¿Espíritu olímpico, dicen? ¿Dónde? Ah, en la cartera.
Qué asco, qué gentuza. Unos por culpables; otros, por mirar hacia otro lado. Bussines is bussines, ya se sabe. El dinero blanquea los más elementales escrúpulos.
P.D.: ¿está de moda ahora ser protibetano y antichino? ¿Somos unos papanatas?
Justo cuando grupos ecologistas de medio mundo señalaban el desastre ecológico causado por el tren del Tíbet, el más alto del mundo, el reputado fotógrafo chino Liu Weiqiang dio un respiro a su Gobierno con una imagen que mostraba la coexistencia armoniosa de la alta tecnología y la vida salvaje (arriba). Ganó premios y tuvo gran repercusión. Pero era un fraude. Después de que expertos e internautas airearan sus sospechas, Liu ha acabado confesando: el tren y los antílopes coincidieron gracias al Photoshop. El fotógrafo ha abandonado la profesión y las organizaciones ecologistas han retomado las protestas. ADRIÁN FONCILLAS
(Banda sonora: You belong - Hercules and Love Affair)
3 opinantes:
Grises y más grises, aunque se empeñen en ponerlo todo en blanco y negro...
en fin, sin espacio para la sorpresa...
¿Donde estan los matices de grises en la condena a Hu Jian?
La política china es muuuuy negra. Sus claroscuros son demasiado oscuros para mi gusto.
Publicar un comentario